Vuestros Cuerpos Como Sacrificio Vivo a Dios
Romanos 12:1-2
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
“Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios…”.
“Por
consiguiente, hermanos, os ruego…”. Es decir, les ruego sobre la base
de lo ocurrido en los primeros 11 capítulos de esta carta. Les mostraré ahora
en los capítulos 12-16 un estilo de vida edificado sobre un fundamento. No sale
de la nada. Tiene raíces. Esta nueva vida cristiana se edificó en los capítulos
1-11. Edifique su vida cristiana sobre Romanos 1-11. Sumerja sus raíces aquí. Y
sus frutos serán frutos cristianos.
Y Pablo finaliza esta fundamentación con la frase, “las
misericordias de Dios”. “Por consiguiente,
hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios…”. Esta es la esencia de Romanos 1-11: “las
misericordias de Dios”. Dios ha sido misericordioso con nosotros a
través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Porque por Cristo aquellos
que creen en él son justificados por fe, y reconciliados con Dios, y tienen la
esperanza de eterno júbilo. Hay por consiguiente ninguna condenación para
aquellos que están en Cristo Jesús: “¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es
el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34).
Una Vida de Misericordia
Edifique su vida sobre la misericordia de Dios. Sumerja sus
raíces en la misericordia de Dios. Y su nueva vida se desbordará con misericordias.
Así es, Romanos 12 llegará a ser una realidad en su propia vida. Romanos 12
reboza misericordia. “Muestra misericordia, con alegría… El amor sea sin hipocresía…
contribuyendo para las necesidades de los santos… Bendecid a los que os persiguen…
Llorad con los que lloran… Condescendiendo con los humildes… Nunca paguéis a
nadie mal por mal… Nunca os venguéis vosotros mismos… Si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer…”. Edifiquen sus vidas sobre la misericordia y
vuélvanse misericordiosos.
Pero Primero, una Vida de Adoración
Pero hoy notemos algo muy significativo en el versículo 1:
Pablo describe nuestra nueva vida en Cristo como adoradora antes de describirla
como misericordiosa. La vida cristiana tiene que ver con ser adoradores
de Dios antes de ser misericordiosos con los demás. “Por consiguiente, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio
vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional”. Antes de darnos nosotros mismos en
misericordia para con el hombre, nos damos nosotros mismos en adoración a Dios.
Esto es crucial. Nosotros nunca debemos permitir que la vida
cristiana se convierta simplemente en una agenda social. Uso con cuidado la
palabra `simplemente´, porque si Dios es dejado fuera, nuestra misericordia
será una simple agenda social. Si no somos adoradores y no lideramos con la
adoración los actos de misericordia que realizamos, no hacemos un bien. Si
nuestras buenas acciones no expresan la dignidad de Dios, entonces nuestras obras
no son adoradoras, y al final no serán misericordiosas. Lograr que las personas
se sientan cómodas o ayudarles a sentirse bien en el camino al castigo eterno,
sin que tengamos la esperanza y el propósito de que vean a Cristo en nuestras
buenas acciones, no es misericordia. La misericordia debe tener como meta
exaltar a Cristo. Alguien que no conoce y exalta a Cristo no es salvo. Y
olvidar la salvación no es muestra de misericordia.
Por consiguiente es absolutamente esencial que Pablo ponga
la adoración antes de la misericordia y que describa la vida cristiana como adoradora
antes de describirla como misericordiosa. O para ser más específicos,
para que la vida cristiana sea misericordiosa tiene que regirse por la
adoración. Si no somos adoradores en nuestra vida –o sea, si no exaltamos la
misericordia de Dios en Cristo con nuestro comportamiento– no les estamos dando
a las personas lo que más necesitan. Así, antes de definir la vida cristiana
como misericordiosa, Pablo la define como adoradora.
Veamos más de cerca qué quiere expresar Pablo al hablar de
un estilo de vida de adoración. Versículo 1: “Por lo tanto, hermanos, tomando
en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en
adoración espiritual...” [NVI] ¿Qué es “adoración espiritual”?
Adoración Espiritual: la Presentación de un Sacrificio a
Dios.
Primero, Pablo dice qué es la presentación de un sacrificio
a Dios: “… que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio… a Dios…”.
Este es el lenguaje de adoración del Antiguo Testamento. Para venir a Dios el
adorador traía una oveja, un toro, o una paloma y lo sacrificaba en el altar
como ofrenda a Dios. Había diferentes tipos de sacrificio, pero la esencia era
que el pecado demandaba un castigo, y el animal sacrificado representaba la
voluntad de Dios de aceptar un sustituto; así el adorador podía vivir y tener
una relación continua de perdón y gozo con Dios.
Pero todos los creyentes del Antiguo Testamento sabían que
la sangre de los toros y los machos cabríos no podía quitar el pecado (Hebreos
10:4). Ellos señalan a alguien más allá de sí mismos, a Cristo, quien fue el
sacrificio supremo por el pecado. Pablo dice en 1ra a los Corintios 5:7: “…
Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado”. Ese fue el sacrificio
supremo por el pecado, porque fue perfecto y suficiente para todo el que cree.
Hebreos 10:12 dice, aun con más claridad: “… Él, habiendo ofrecido un solo
sacrificio por los pecados para siempre, se sentó a la diestra de Dios”.
Así fue que Cristo dio fin los sacrificios por el pecado del Antiguo
Testamento. Él consumó la gran labor de expiación. Su muerte no puede ser más
perfecta. Todo lo que debemos hacer ahora es confiar en él por ese gran
trabajo. Nosotros no le adicionamos nada.
De modo que cuando Pablo dice que nuestra adoración racional
es presentar nuestros cuerpos como sacrificio, no quiere decir que debemos
morir y expiar nuestros pecados. Bueno, ¿qué quiere decir? Tomemos los cuatro
términos que usa y veamos cuál contribuye a entender la forma de vivir en un
culto diario: cuerpos, vivo, santo, aceptable a Dios.
1. Cuerpos.
“…que presentéis vuestros cuerpos
como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.”
El propósito aquí no es que presentemos nuestro cuerpo a
Dios y dejar fuera nuestra mente, corazón, o espíritu. Pablo dice muy
claramente en el versículo dos: “… transformaos mediante la renovación de
vuestra mente…”. El fin
es enfatizar que nuestro cuerpo cuenta. O pertenecemos a Dios en cuerpo y alma,
o no le pertenecemos en lo absoluto. Nuestro cuerpo importa.
Algunos pueden pensar: « ¿Por qué estaría Dios interesado en
mi cuerpo? Está pasado de peso, o bajo de peso, arrugado, dolorido, enfermo, es
impulsivo, nervioso, poco atractivo, perezoso, torpe, incapacitado, miope,
tozudo, rígido, y frágil ¿Qué tipo de sacrificio es ese? El Antiguo Testamento
demandaba ovejas perfectas. Yo no satisfago las expectativas.
Esa clase de pensamiento confunde totalmente nuestras ideas.
El sacrificio de nuestros cuerpos a Dios no es un sacrificio por el pecado. Por
el pecado ya fue hecho el sacrificio de Cristo. ¿Por qué cuerpos como los
nuestros son aceptables? Pedro lo pone realmente claro en 1ra de Pedro 2:5
donde dice algo similar a Romanos 12:1: “… ofrecer sacrificios espirituales
aceptables a Dios…”, –entonces le agrega estas palabras: “…
por medio de Jesucristo”. Nuestros sacrificios a Dios son aceptables
gracias a Jesús.
Saquemos por tanto de nuestra mente y pensamientos la idea
de que nuestro cuerpo merece la aceptación de Dios. No la merece. Si somos
aceptables es “… por medio de Jesucristo.” A través de su perfección, no
nuestra perfección.
Pero esta forma de pensar tiene otra forma de confundir
nuestras ideas. La ofrenda de nuestro cuerpo no es la ofrenda de nuestro
aspecto físico sino de nuestro comportamiento. En La Biblia el cuerpo no es
importante por cómo se ve sino por cómo actúa. El cuerpo es dado a nosotros
para que hagamos visible la belleza de Cristo. Y Cristo, en la hora de su
grandiosa belleza, no fue agradable a la vista. Isaías 53:2-3 lo describe así: “… no
tiene aspecto hermoso ni majestad; para que le miremos, ni apariencia para que
le deseemos. Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y
experimentado en aflicción…”. La belleza de Cristo es la belleza del
amor, no la belleza física. Su belleza fue la belleza del sacrificio, no de la
piel.
Dios no demanda nuestros cuerpos porque quiera modelos para Madeimoselle
o Planet Muscle. Él demanda nuestros cuerpos porque quiere modelos de
misericordia. Yo creo que debemos pedir que esa perspectiva de Dios en nuestros
cuerpos sea profundamente arraigada en nuestros hijos e hijas –y en nosotros
mismos– como un poderoso antídoto contra los tipos de desordenes alimenticios
que infestan a tantas mujeres jóvenes, y aún ahora a algunos hombres de hoy. Lo
que Dios quiere de nosotros es un cuerpo que haga misericordias, no el cuerpo
de Britney Spears o Mr. World.
Dios quiere evidencia corporal visible de que nuestras vidas
están edificadas sobre su misericordia. Así como los adoradores en el Antiguo
Testamento se negaban a sí mismos algunos tesoros terrenales (una oveja, una
paloma, un toro), y cargaban su sacrificio de sangre y fuego al altar, así
debemos negarnos algunos tesoros terrenales, o bienes, o comodidades, y
entreguémonos –a nuestros cuerpos– por causa de Cristo, en las relaciones, las
crisis y los lugares donde la misericordia es necesitada en este mundo. Puede
que sea en nuestra propia casa, o en Senegal.
2. Vivo. “… presentéis vuestros cuerpos como sacrificio
vivo y santo, aceptable a Dios,
que es vuestro culto racional.”
Una vida de acciones físicas visibles y misericordiosas
puede terminar en muerte para el creyente. Siempre han existido mártires. Pero
eso no es específicamente lo que Pablo tiene en mente aquí. Él tiene en mente
un estilo de vida: que presentemos nuestros cuerpos como sacrificio vivo. Es
nuestra vida, ese es nuestro acto de adoración.
Deje que todo acto de su cuerpo en vida sea un acto de
adoración. Es decir, deje que todo acto de su cuerpo vivo sea una demostración
de que Dios es su Tesoro. Deje que todo acto de su cuerpo vivo muestre que
Cristo es más precioso para usted que cualquier otra cosa. Deje que todo acto
de su cuerpo vivo represente la muerte para todas las difamaciones hechas a
Cristo.
3. Santo. “…
presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.”
Probablemente la mejor explicación de la expresión “cuerpos…
santos” venga de Romanos 6:13 donde Pablo dice casi exactamente lo que dice
aquí, usando la misma palabra “presentéis
vuestros” cuerpos a Dios, solo que se refiere a nuestros “miembros”
corporales y no solamente a nuestros cuerpos. “… ni presentéis los miembros de
vuestro cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos [i.e.; como sacrificio vivo], y vuestros miembros a Dios
como instrumentos de justicia.”
Presentar un cuerpo vivo y santo a Dios significa que de
nuestros miembros –ojos, lengua, manos, y pies–, entregar su cuerpo para hacer
justicia, no pecado. Eso es lo que hará a un cuerpo santo. Un cuerpo no es
santo por su aspecto, o la figura que tiene, sino por lo que hace ¿Es “instrumento”
físico del hambre por la justicia? ¿Es el instrumento físico de la mansedumbre,
la misericordia y la paz?
Aquí hay tres ejemplos donde se llama “sacrificio” al cuerpo
usado como instrumento de justicia y misericordia. En Filipenses 4:18 Pablo
dice: “… habiendo recibido de Epafrodito lo que habéis enviado: fragante aroma,
sacrificio aceptable, agradable a Dios”. Los trabajos y dádivas que me
enviaron y el servicio de Epafrodito al traerlo es un sacrificio de adoración a
Dios. Muestra la obra de Dios en sus corazones.
Hebreos 13:15: “Por tanto, ofrezcamos continuamente
mediante Él [Cristo], sacrificio
de alabanza a Dios, es decir, el fruto
de labios que confiesan su nombre”. Cuando los labios se unen al
corazón en oración a Dios, el cuerpo se vuelve santo, se transforma en un
sacrificio vivo.
Hebreos 13:16: “Y no os olvidéis de hacer el bien y de la
ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios”. Cuando usted
hace el bien en el nombre de Jesús, con su boca, sus manos o su presencia,
entonces su cuerpo se vuelve santo, es un sacrificio vivo de adoración. Un cuerpo
se transforma en un sacrificio santo de adoración cuando es devoto a los
propósitos de justicia y misericordia de Dios.
4. Aceptable a Dios. “… presentéis vuestros cuerpos
como sacrificio vivo y santo, aceptable
a Dios, que es vuestro culto racional.”
¿Le añade esta expresión algo a la palabra “santo”?
Si el sacrificio de nuestra vida corporal es santo, entonces es aceptable a
Dios. ¿Qué adicionan estas palabras? Adicionan a Dios, hacen a Dios explícito,
nos recuerdan que la santidad importa a causa de Dios. Esta expresión nos
recuerda que todas estas palabras están describiendo un acto de adoración –“…en
adoración espiritual” [NVI] – y Dios es el centro de la adoración [el
culto].
Así que es conveniente que terminemos donde empezamos y
enfaticemos que antes de Romanos 12 hay un llamado a vivir una vida
misericordiosa, un llamado a vivir una vida llena de adoración. O mejor. Al
llamarnos a vivir una vida de misericordia (edificada en la misericordia de
Dios en Cristo), su propósito es que sea una vida llena de adoración. El
propósito de mostrar misericordia es mostrar a Dios. El propósito de tener
cuerpos, es hacer la gloria de Dios más visible. Y él no resplandece a través
de músculos y curvas, sino a través de nuestro comportamiento misericordioso.
Concluyendo:
Termino con dos declaraciones del apóstol Pablo. Primero, el
testimonio de su propio deseo: “… conforme a mi anhelo y esperanza de que…
Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte”
(Filipenses 1:20). Segundo, su exhortación a nosotros en 1ra a los Corintios
6:19-20: “¿O no sabéis… que no sois vuestros? Pues por precio habéis sido
comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios”.
En otras palabras: “… que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio
vivo y santo, aceptable a Dios,
que es vuestro culto racional”. Mostremos el mérito de Cristo en el
modo en que usamos nuestro cuerpo. Amén.
- ↑ Note de pasada que los modelos de Pablo para nuestra misericordia incluso como nos llama a misericordia en el verso 1. Primero, usa una gentil y agradable expresión, “os ruego” en lugar de «os ordeno»; él dice explícitamente en Filemón 1:8-9 que el uso de la palabra “ruego” es más suave que la palabra «ordeno» y es una expresión de amor y misericordia. Segundo, nos llama “hermanos” y por consiguiente se da menos importancia junto a nosotros bajo el cuidado y la autoridad de Dios el Padre, y no se ubica sobre nosotros por su autoridad apostólica. Así que aun cuando sus palabras portaran la autoridad de Dios, él usa esa autoridad de un modo gentil y misericordioso que modela para nosotros lo que está a punto de ordenarnos.
Por John Piper (Desiring God
Traducción por Libros y Sermones Bíblicos
Traducción por Libros y Sermones Bíblicos
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