Toda la Verdad sobre el diezmo
Mucho se dice y se enseña sobre el tema del diezmo y en ese sentido existen defensores y opositores del mismo. Los opositores expresan con una especie de “rabia” que aquellos que lo instituyen como parte de la vida cristiana normal, son aprovechadores y ladrones. Por otro lado, están los que entienden que el diezmo sí es parte de la vida de un cristiano y expresan que es la forma de honrar a Dios y que todo cristiano debe diezmar para poder recibir bendiciones de Dios.
Estos dos tipos de “enseñanzas extremas” son muy
peligrosas ya que afirman categóricamente que así es como debe ser entendido el
diezmo; pero pasan por alto que la Palabra de Dios está por encima de cualquier
precepto o creencia humana. No hay duda entonces que la enseñanza bíblica no respalda
estas dos “posiciones” que son las más comunes en el mundo cristiano
evangélico.
Sin embargo, como he aprendido a ver las cosas de Dios,
si estudiamos esta enseñanza sin ningún lente “doctrinal heredado” no hay duda
que podremos encontrar la verdad enseñada sobre el diezmo en la misma Palabra
de Dios (La Biblia). Así mismo, cada vez que se trata el tema del diezmo; he
podido notar, que la mayoría de veces; la pregunta sobre si se debe o no
diezmar, es realizada mayormente por personas que creen que darle a Dios el 10%
de todos sus ingresos económicos es demasiado. Pero también existen personas
que objetan el diezmo porque dicen ellas, que solo se trata de una forma de
aprovecharse de las personas “ingenuas”. Necesitamos recordar que estas dos
formas de pensar también están erradas y son rechazadas por la Biblia.
De modo que para empezar a entender todo lo relacionado
con el diezmo necesitamos ver en la misma Biblia cuándo y de qué forma es
utilizada dicha palabra. En ese sentido, la primera vez que vemos la palabra
diezmo en la Biblia, la vemos sin lugar a dudas en la historia de Abraham (En
el libro del Génesis); quien vivió muchísimos años antes que Moisés (él cual si
recibió la LEY de “manos de Dios” donde se aprecia que el diezmo fue instituido
para la nación Judía) favor de leer Génesis capítulo 14, donde claramente se
nos narra la historia de cómo en el rescate del sobrino de Abraham, al final
del combate Abraham le dio los diezmos de todo a Melquisedec quien
cual era sacerdote del Dios altísimo.
Según todo el contexto, claramente podemos ver que el
diezmo que Abraham dio (no dice que pagó el diezmo, sino que lo dio
voluntariamente, no existía ley ni obligación alguna que le “motivara” u
“obligara” a hacerlo) fue como un acto totalmente voluntario, como en efecto
así nos los narra las Escrituras. De modo pues que partiendo primeramente de
esta primera vez que podemos leer en la Biblia la palabra diezmo, vemos que no
fue parte de la ley aunque posteriormente sí se instituyó el diezmo pero
enseñado de una forma diferente para ser parte de la ley mosaica, en la cual sí
era obligatorio pagar el diezmo; esto nos hace ver entonces que el diezmo que
dio Abraham no fue el tipo de diezmo que debía pagar la nación de Israel. El
diezmo que debía pagar la nación Judía era más bien como una especie de
impuesto para el sostenimiento de su gobierno teocrático.
Por otro lado, vale la pena enfatizar que el versículo 20
no dice que Abraham diera una décima parte de todo cuanto poseía, o sea que no
era un diezmo de su ingreso total ni alguna clase de diezmo anual o semanal,
sino simplemente una décima parte de lo que había tomado de la batalla. Otro
aspecto importante que debemos notar, es que en ninguna parte del Antiguo
Testamento se menciona que Abraham volviera a dar el diezmo otra vez.
Es importante saber que la palabra “diezmo” usada en el
libro del Génesis no hace referencia a una ofrenda necesaria, a un mandamiento
divino, ni a una ordenanza; todo lo contrario, hace un énfasis fuerte en que es
una dádiva voluntaria. El concepto del diezmo no era característico ni único de
la Biblia, ni de aquellos que creen en el único Dios verdadero. Este concepto
es más bien algo histórico. La idea era dar un diezmo a una deidad y era una
costumbre pagana común; y esto era así para casi todas las culturas antiguas,
el número diez era el símbolo de entregar todo cuanto tenían a ese “dios”.
La segunda vez que podemos leer la palabra diezmo se
encuentra registrada en Génesis capítulo 28, donde Jacob hace un voto a Dios y
en ese voto él se “compromete” delante de Dios a “darle” el diezmo de todo lo
que Dios le fuera a dar. Fue un acto otra vez totalmente voluntario, no existía
ley; pero no debemos perder de vista que fue un voto que Jacob quiso hacer y
que nadie le pidió u obligó a realizar. Sin embargo, lo que sí podemos notar es
que Jacob estaba haciendo sencillamente lo que hacían los paganos de aquella
región. Lo que Jacob estaba tratando de hacer era comprar la bendición de Dios
para tener un viaje seguro. Su motivación no era sincera y hoy lamentablemente
aun podemos estar muy influenciados por los mismos motivos egoístas que tuvo
Jacob (versículos 20-21).
Ahora, con respecto al diezmo en el período de la ley,
podemos ver claramente en la Biblia que la tribu de Leví no podía tener
propiedades. Por esta razón El Señor ordenó al resto de la nación sustentarlos
con el 10% de sus ingresos, para que los sacerdotes levitas pudieran dedicarse
al servicio del tabernáculo, labor que debían efectuar desde los 25 años, y al
cumplir los 50 años, tenían que retirarse (Nm. 8:24-26).
Un punto muy importante que debemos resaltar aquí, es que
el diezmo no era dinero, era en especies (Lv. 27:30), de modo pues que era
exclusivamente para el sostenimiento de los levitas y creemos que quizás El
Señor para evitar corrupción dentro de su pueblo Israel, ordenó que siempre el
diezmo fuera entregado en productos: trigo, vino, aceite, animales, etc. todo
lo cual era guardado en el “alfolí”, que era una gran pieza que estaba en el
templo y que servía de bodega para almacenar el diezmo. Por eso en Malaquías
3:6-11 Dios le dice a la nación de Israel, no a la iglesia; que le han “robado”
porque habían dejado de pagar su diezmo para los levitas, de hecho ahí no se
habla de dinero ni mucho menos, incluso las ofrendas no eran dinero sino
animales seleccionados por Dios para la expiación de pecados.
Otro punto importante de resaltar aquí, es que en aquel
tiempo sí existía el dinero. La Biblia dice que en los días de Abraham ya
existía el dinero; él compró con dinero el terreno para la tumba de su esposa.
Además, son múltiples los pasajes que señalan que los trabajadores recibían “un
denario” como salario por cada día de servicio. Incluso en la ley, en los días
de Moisés, Dios había ordenando que no se retuviera el salario del jornalero
hasta el día siguiente, debía ser cancelado cada día (Lv.19:13).
En pocas palabras, el diezmo fue instituido por Dios para
la NACION de ISRAEL, como parte de su administración y gobierno teocrático (ver
Deuteronomio 26:12); el cual estaba destinado a los levitas que no podían
poseer tierras o heredad alguna y eso les servia de sostenimiento para sus
necesidades primarias, mientras ministraban en el templo (para ampliar mucho
más sobre este tema del diezmo para la nación de Israel recomiendo leer el
libro del pastor John MacArthur, titulado ¿A quién pertenece
el dinero?.
En lo que respecta al Nuevo Testamento, no existe ninguna
instrucción “directa” o que trate con detalles sobre el diezmo ya que cuando
una persona ha entregado su vida entera a Dios, esta entrega no limita “sus”
posesiones materiales (ver Hechos Capítulo 4), esta entrega es una entrega
TOTAL al Señor. Por eso en el Nuevo Testamento no se especifica una cantidad o
un porcentaje específico que deba darse para SOSTENER la obra del Señor, pero
sí se habla de DAR según uno haya prosperado (ver 1 Corintios 16:1-2), no
porque Dios necesite dinero, sino porque los que están sirviendo en el
establecimiento del reino de Dios son seres humanos que tienen necesidades como
cualquier otro ser humano de la tierra; además de los gastos en los que se
incurre cuando se tiene un “templo” que van desde las facturas de luz, agua,
alquiler, sueldos, etc.
Esto es así, porque así como podemos notar con toda
claridad en el Antiguo Testamento que el pueblo Judío tenía como regla diezmar
para el manejo de su gobierno teocrático, hoy en día los cristianos deben
ofrendar voluntariamente para el sostenimiento de la iglesia de Cristo. Note
como lo explica el pastor-maestro John MacArthur:
“La enseñanza de la Biblia sobre el diezmo en comparación
con la dadiva voluntaria es importante. El diezmo tanto en épocas del Antiguo
como del Nuevo Testamento era el pago de impuestos y los judíos bajo la ley
mosaica pagaban hasta un 25 por ciento por año en diezmos (eso es mucho más que
el 10 por ciento). Durante años, muchas iglesias fundamentalistas, evangélicas,
conservadoras –denominacionales y no denominacionales- han promovido el diezmo
como la norma básica para lo que sus miembros deben poner en el plato de la
ofrenda. Pero un concepto tan inflexible, visto como un principio eterno y
universal para todos los creyentes, sencillamente no se enseña en las
Escrituras. El principio del Nuevo Pacto sobre la dádiva – por el que usted y
yo debemos regir nuestra vida- no se deriva de algún por ciento obligatorio. La
dádiva del Nuevo Pacto nace del corazón y se determina personalmente.”[1]
Eso implica que todo cristiano debe ofrendar (pudiéramos
decir diezmar, si usted quiere) en su iglesia local según Dios le haya
prosperado. Como un acto voluntario, como lo hicieron Abraham y Jacob; pero
obviamente por los motivos correctos, no como si existiera una ley o una
imposición puesta como si fuera del Señor para la Iglesia. Sumado a esto, como
tampoco existe una cantidad asignada podemos adoptar si quisiéramos (en forma
voluntaria) el modelo judío y lo mínimo que “pudiéramos” dar sería el 10% de
todo lo que Dios nos ha prosperado, lo cual implica que no debo dejar de dar
para la obra de Dios según mis posibilidades y mis niveles de ingresos. Esto
implica que pudiera ser el 10% o menos que el 10%; pero nunca motivando o
justificando un mal manejo del dinero que Dios me permite “ganar”. En última
instancia, el objetivo principal de mi vida si soy cristiano debería ser
contribuir generosamente con alegría y gratitud para la obra de Dios.
Como resumen, según todo lo explicado de la enseñanza del
Antiguo Testamento con referencia al diezmo bajo la ley mosaica, vemos que el
enfoque del diezmo es con respecto al tema de impuestos, para el sostenimiento
del gobierno teocrático que tenía el pueblo Judío. En ese sentido y solo en ese
sentido, necesitamos aclarar que existen solamente dos menciones de la palabra
real impuestos en los evangelios y en ambos casos se refieren a tributación u
ofrenda necesaria. Una de ellas la encontramos en Mateo 23:23. Este versículo
es utilizado muchas veces por los defensores del diezmo según el modelo Judío,
pero de lo que se trata ahí es simplemente de pagar los impuestos tal y como
estaba instituido en la ley mosaica y fue eso lo que Cristo reconoció en los
fariseos pero condenó su actitud farisaica ya que habían ignorado
hipócritamente los más altos principios morales de la ley. El otro caso lo
vemos exactamente con la misma enseñanza en Lucas 18:12.
Ya para finalizar, lo que expone el Nuevo Testamento
sobre el tema del diezmo en Hebreos capítulo 7 versículos del 4 al 9 es
simplemente un recuento de un suceso histórico del encuentro de Abraham con
Melquisedec, que ya fue explicado más arriba, al inicio de este estudio.
Expuesta la verdad sobre el diezmo y la ofrenda o dádiva
voluntaria tenemos que decir que lamentablemente muchas personas hacen uso
indebido de los recursos de Dios y por eso no OFRENDAN o dan mezquinamente y lo
único que demuestran con ese comportamiento y esa actitud sobre el dinero es
que son peores que los incrédulos. Es bueno recordar lo que dice Dios en Su
Palabra:
“No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y
la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde
ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también
tu corazón”. (Mateo 6:19-21)
Si el hombre tiene demasiado enfocado su corazón en el
dinero, eso nos dice claramente que ahí está su tesoro y esa es la causa y la
razón de su mezquindad y de su corazón avaro o de su corazón codicioso.
A modo de conclusión todo cristiano debe OFRENDAR
voluntariamente según Dios le haya prosperado, no con tristeza ni por
necesidad. Algunos en la Iglesia recomiendan el diezmo como una forma de
establecer una contribución proporcional a las ganancias. Personas con recursos
amplios podrían dar mucho más del 10%, mientras que para un pobre, quizás dar
el 10% podría significar negarles a sus hijos el alimento, lo cual no le exime
de ofrendar según sus posibilidades, recordemos lo que dice la Palabra de Dios:
“Así que creí necesario exhortar a los hermanos a que se
adelantaran en ir a vosotros, y prepararan de antemano vuestra generosa
ofrenda, ya prometida, para que la misma estuviera lista como ofrenda generosa,
y no como por codicia.
Pero esto digo: El que siembra escasamente, escasamente
también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará.
Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala
gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre”. 2 Corintios
9:5-7.
Estos versículos nos dejan ver claramente que la
enseñanza del Nuevo Pacto sobre la acción de dar para la causa del Señor, no
exige algún porcentaje obligatorio. El acto de dar debe nacer del corazón del
creyente y debe ser determinado personalmente sin codicia, aunque en efecto
Dios determinará cuánto Él nos bendecirá, cuándo y de qué manera lo hará.
Necesitamos alertar a todo creyente que no hay duda que
cada hijo de Dios DEBE ofrendar en forma voluntaria, pero de igual forma
necesitamos alertarles que no se dejen intimidar o abusar espiritualmente con
conceptos tales como que si no “diezmas” eres un ladrón y Dios no te prosperará
o que Dios te maldecirá. Eso solo demuestra o una gran ignorancia de la real y
verdadera enseñanza sobre el diezmo o una muy sutil forma de abusar
espiritualmente a los creyentes demostrando codicia sobre los bienes y recursos
de los hijos de Dios. Bajo el Nuevo Pacto nadie está obligado a dar un
porcentaje determinado de sus ingresos, lo que sí se nos enseña en el Nuevo
Testamento es que uno DEBE OFRENDAR VOLUNTARIAMENTE según Dios le ha
prosperado.
Por otro lado, no piense nadie que si uno ofrenda o
“diezma” o “pacta con Dios”; (como por ahí muchos codiciosos falsos maestros
enseñan) Dios está obligado a bendecirle y darle todo lo que necesite, ya que
muchas veces el énfasis se hace más en las bendiciones que en vivir realmente
una vida que agrade a Dios.
No importa cuánto usted ofrende para la obra de
Dios; si usted no vive en obediencia a la Palabra de Dios y por el contrario
vive como si fuera un inconverso, no piense ni pretenda que Dios lo va a
bendecir, todo lo contrario es muy probable que Dios mire con desagrado su
ofrenda como miró la ofrenda de Caín, que era del maligno (1 Juan 3:12, Hebreos
11:4)
Cristianismo Histórico
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