LA DEPRESIÓN

La depresión es probablemente responsable de más dolor y desazón en la humanidad que cualquier otro tipo de aflicción.

Es difícil de definir, describir sus síntomas y tratar. El diccionario la define como un estado emocional, ya sea neurótico o psicótico, que se caracteriza por sentimientos de desesperación, incapacidad, melancolía, abatimiento, tristeza, dificultades de pensamiento y concentración, e inactividad.

Las personas deprimidas tienen una imagen propia negativa que va acompañada con frecuencia por sentimientos de culpa, vergüenza y autocrítica. Cierta cantidad de depresión neurótica se enlaza al comportamiento o la conducta errónea y a las reacciones inapropiadas ante eso modo de actuar.

Después de una serie de actos inadecuados y las reacciones incorrectas subsecuentes, los sentimientos de culpa y la depresión echan raíces. Si está el pecado a la raíz del problema, nunca se deberá minimizar su importancia. Tampoco se deberá dar respaldo a la idea de que otras cosas y personas son responsables de los problemas conductuales. Tanto si estamos de acuerdo con esa persona sobre este punto como si no tomamos en serio sus expresiones de pecado y sentimientos de culpa, le estaremos privando de todas las soluciones reales y duraderas.

Tanto los cristianos como los no cristianos pueden ser víctimas de la depresión. Ambos tipos de personas tienen casi siempre interés en mejorar. Sin embargo, esto no es lo primero en el orden de prioridades. En lugar de ello, será preferible que trate de determinar las causas que le condujeron a su depresión. Finalmente, el poner su vida en orden desde el punto de vista espiritual hará que se sienta mejor.

Es en este punto donde se podrán utilizar las Escrituras. La liberación del poder del Espíritu Santo dará inevitablemente como resultado pasos positivos en el camino hacia la recuperación y la integridad. El testigo cristiano debe tratar de infundir siempre ánimos a los demás. Aun cuando no se llegue a ninguna decisión espiritual, traten de dejar a su interlocutor con sentimientos de esperanza y bienestar. Sean pacientes. Con frecuencia participan en la depresión problemas para los que no hay soluciones sencillas y rápidas. La persona afectada no “saldrá” de su depresión al recibir una orden. A menudo se requieren para resolver el problema muchos meses de ayuda profesional.

Sepan escuchar. No hagan un sondeo demasiado profundo; sin embargo, hagan preguntas y, a continuación, esperen a que surja algo en la conversación que les dé la oportunidad para ofrecer soluciones espirituales. No traten de recomendar soluciones en tanto no conozcan bien el problema.

Estrategia de asesoramiento

Para el no cristiano:

1. Su interlocutor puede revelar síntomas de depresión como resultado de la ira no resuelta, el resentimiento, los daños reales o imaginarios, la autocompasión, los sentimientos de culpa, la inmoralidad, etc., Asegúrenle que están interesados en su problema y que desean ayudarle a buscar soluciones.

2. Pregúntenle si ha confiado alguna vez en Jesucristo como su Señor y Salvador personal. Recuerden que sería perjudicial para el interlocutor minimizar en cualquier forma la gravedad del pecado. Para que experimente el perdón, debe haber reconocimiento y confesión de pecado.

3. Anímenle para que lea y estudie la Palabra de Dios. Esto le enseñará lo relativo a los caminos del Señor y Su voluntad. Hará que sus pensamientos se armonicen con Dios y el resultado será la paz interna (Véase Isaías 26.3).

4. Impúlsenle que aprenda a orar y que lo haga todos los días. Por medio de la oración, confesamos nuestros pecados y nos renovamos. Aprendemos a experimentar la presencia y la aprobación constante de Dios. Adoramos al alabarle y darle las gracias al Señor y también expresamos nuestras peticiones por nuestras propias necesidades y las de los demás.

5. Recomiéndenle que cultive amistades con personas que le proporcionen el aliento y el respaldo que necesita. Esos amigos los podrá encontrar en una iglesia que enseñe la Biblia, en una clase de estudio de las Escrituras o en un grupo de cristianos solteros.

Este compañerismo podrá proporcionar también oportunidades para un servicio cristiano en el que las preocupaciones se concentren en las necesidades de otros.

6. Anímenlo a que busque un buen pastor o un psicólogo cristiano para obtener asesoramiento continuo, con el fin de que todas las facetas de su depresión se puedan abordar a la luz de las Escrituras.

Para el cristiano:

1. Un cristiano puede sufrir también depresión al reaccionar contra las situaciones adversas, las derrotas y los inconvenientes, tales como una muerte en la familia, un hijo o una hija rebelde o la pérdida del empleo.

a. En esos casos, deberán ofrecerle siempre palabras cariñosas de aliento, tales como:
“No está solo en sus sufrimientos”
“Dios le ama y no le dejará solo”
“Nuestro Señor Jesucristo no sólo llevó nuestros pecados, sino también nuestras penas y aflicciones”.

b. Sugiéranle que su problema actual puede deberse a su incapacidad para confiar plenamente en Dios en todas las circunstancias de la vida. Puede necesitar reconsagrar su vida a Jesucristo, mientras trata de ser obediente y responder a la voluntad de Dios (Véase Romanos 12.1-2).

c. Recomiéndele una nueva entrega a las disciplinas de estudio de la Biblia y oración (Véase Proverbios 3.5-6 e Isaías 26.3).

d. Anímenlo para que sea fiel en la adoración y el servicio por medio de la iglesia.

Billy Graham escribió: “El desaliento es lo opuesto a la fe. Es el instrumento de Satanás para obstaculizar la obra de Dios en nuestras vidas. El desaliento ciega nuestros ojos a la misericordia de Dios y nos hace percibir sólo las circunstancias desfavorables. Nunca he conocido a una persona que dedique diariamente tiempo a la oración y al estudio de la Palabra de Dios, y que tenga una fe firme, que haya permanecido presa de decepción durante mucho tiempo”.

2. Un Cristiano se puede sentir también deprimido a la desobediencia espiritual y el pecado no resuelto en aspectos tales como la ira y la amargura, los celos, el rencor, un divorcio, la inmoralidad, etc.

a. Al manifestarse el problema, animen al interlocutor, diciéndolo que es correcto que busque una solución. Asegúrenle que el primer paso para volver a la plenitud es la renovación espiritual.

b. Recomiéndenle que se dedique a estudiar seriamente la Biblia, aprendiendo a considerar los pensamientos sobre Dios como ayudas valiosas para la recuperación espiritual (véase Filipenses 4.8 y Romanos 12.2).

c. Recomiéndenle que ingrese a una iglesia en la que se enseñe la Biblia y donde podrá encontrar oportunidades de adoración, compañerismo y servicio.

d. Anímenlo para que tome en consideración la posibilidad de buscar seriamente los consejos de un pastor competente o un psicólogo cristiano, hasta resolver todos los problemas que forman parte de su depresión, a la luz de las Escrituras.

3. Un cristiano también puede sentirse deprimido cuando se fije niveles y metas que se encuentren muy por encima de sus capacidades reales. Esto puede resultar cierto tanto en el caso de las metas económicas como en le de las espirituales. El fracaso engendra depresión.

a. Indíquenle con paciencia que las metas que otros se fijan y parecen alcanzar pueden no ser apropiadas para él o ella. El hecho de que haya llegado a su estado emocional actual puede indicar que no fijó sus metas en forma ponderada y correcta.

b. Señalen que el éxito o fracaso no se pueden medir por medio de normas humanas, sino por lo que sigue:
¿Está lo que deseo de acuerdo con la voluntad de Dios y puedo obtener respaldo para ello en las Escrituras? ¿Es lo que deseo para la gloria de Dios o para satisfacer algún capricho personal o alguna ambición egoísta? ¿Me he visto motivado por el orgullo espiritual? ¿Va lo que quiero de acuerdo con las indicaciones dadas por el Apóstol Pablo?:

1. Ser lo que soy, como me ha hecho Dios; aprender a vivir con mis puntos fuertes y mis flaquezas. “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15.10).

2. El tratar de imitar a otros (el mantenerse al nivel de otros) es espiritualmente indeseable y contraproducente (Véase 2 Corintios 10.12).

4. Recomienden a su interlocutor que renueve su entrega espiritual al Señor. “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6.33).

5. Anímenle a que aprenda la disciplina de su lectura y el estudio de la Biblia y la oración.

6. Recomiéndenle que ordene sus prioridades para que se ajusten mejor a sus capacidades y que lo haga así de día en día.

7. Sugiéranle que es conveniente que se someta a un asesoramiento profesional, si se requiere algún tipo de seguimiento. Deberá buscar un pastor competente o un psicólogo cristiano.

Citas bíblicas

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. (Isaías 53.4-5).

Estamos atribulados en todo, más no angustiados; en apuros, más no desesperados; perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4.8-9).

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2.20).

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3.5-6).

“El ánimo del hombre soportará su enfermedad; más, ¿quién soportará el ánimo angustiado?” (Proverbios 18-14).

Salmo 38.1-4, 21, 22.

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