¿Has aprendido a contentarte, cualquiera que sea tu situación?

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:11-13
Cuando el apóstol dice “he aprendido”, está haciendo énfasis en que estar contento no es un estado automático. No fluye natural y espontáneamente de nuestro interior y de las circunstancias en las que nos encontramos.
* ¿Cuántos de nosotros estamos contentos?
* ¿Con qué frecuencia estamos contentos?
* ¿Cómo se determina si estamos o no contentos?
La realidad es que la mayor parte de la gente no está contenta (incluyendo muchos cristianos). No solo eso, sino que pasan la mayor parte del tiempo lejos de este estado (alegre, satisfecho y confiado). ¿Cómo sabemos que una persona no está contenta? Como dice la Biblia, en Mateo 12:24, “De la abundancia del corazón habla la boca”. La persona que no está contenta siembre o casi siempre se está quejando. Todo lo critica y la crítica es negativa. Nunca o casi nunca está satisfecha con lo que tiene, lo que ve y lo que otras personas hacen. Así como las palabras muestran lo que hay en el interior de la persona, el rostro es como un espejo que refleja su estado de ánimo. Como dice el libro de Proverbios, 15:13, “El corazón alegre hermosea el rostro; Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate”. Cuando una persona no está contenta su rostro lo muestra.
Pero, ¿de dónde viene esta insatisfacción? ¿Profunda tristeza? ¿Ansiedad? ¿Angustia? Surge de una manipulación sutil de nuestras circunstancias que consiste fundamentalmente en hacernos creer que lo importante no es lo que tenemos y sí lo que no tenemos. Y que nuestra alegría, felicidad y plenitud llegará cuando tengamos lo que no tenemos. Esta fue la trampa en la que cayó Eva en el jardín del Edén. Eva era perfecta, tenía acceso directo a Jehová su Creador, tenía a Adán el esposo perfecto, tenía la mejor residencia y abundancia material (todo tipo de fruta, vegetal y otros). Eva tuvo las mejores condiciones que cualquier ser humano ha tenido en la historia de la humanidad. Sin embargo, Satanás el padre de toda mentira, la convenció de que no estaba completa, le faltaba algo y por ende no debía estar contenta. ¿A cuántos de nosotros, el enemigo nos ha susurrado lo mismo? Diciéndonos, lo que tienes no es suficiente, puesto que te falta tal o cual cosa y solo ella te permitirá estar contento. Esta estrategia ha sido tan exitosa que el enemigo la ha insertado en la cultura y la promueve todo el tiempo a través de los medios de comunicación e incluso las instituciones educativas.
En cierto sentido, es natural que el no creyente esté triste, puesto que según la Biblia está muerto, en otras palabras, separado de Dios. Cuando experimente la muerte física y sea juzgado por sus obras, terminará apartado de Dios por toda la eternidad. Aunque no lo sepa, tiene razones poderosas para estar triste, amargado e incluso angustiado. Pero, ¿por qué está triste el cristiano? No hay razón alguna para estarlo, el tiene todo lo que necesita para su jornada en esta tierra. El creyente:
* en la conversión, pasó de muerte a vida, del reino de las tinieblas al reino de luz,
* tiene vida eterna, como dijo Jesús, Juan 11:25 “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”,
* tiene la Palabra de Dios, que es vida y aliento. Ella es lámpara que alumbra cualquier decisión que tenga que tomar, es decir, tiene respuesta a todas sus necesidades, y
* tiene al Espíritu Santo que le consuela en todas sus tristezas y le guía a toda verdad. El Espíritu Santo le guarda y el diablo no lo puede tocar.
Entonces, ¿por qué está triste el cristiano?, sí su cubierta es completa. Sin embargo, es importante señalar que en la vida del creyente hay momentos de tristeza e incluso de profunda tristeza. Sin embargo, el creyente tiene todas las herramientas necesarias para, en un tiempo razonable, salir del estado de tristeza y regresar a su estado natural de alegría y contentamiento. Pero la realidad es otra, la mayor parte de su tiempo lo pasa triste, insatisfecho y angustiado. La razón es simple, se ha conformado a este siglo, sin darse cuenta, está siendo arrastrado por la corriente del mundo y de sus deseos. En otras palabras, al caminar por el mundo, aunque no es del mundo, se le pega el polvo y se contamina.
Alcanzar y mantenerse en un estado donde se “está contento con todo tipo de situación” es un proceso que se inicia buscando la presencia de Dios en oración diariamente, presentando toda situación ante su presencia y solicitando sabiduría y fortaleza para responder como corresponde a un cristiano. La lectura cuidadosa y reflexiva de la Palabra es indispensable para que el cristiano conozca en detalle cómo Dios espera que responda en cada situación y para que aprenda a confiar en la presencia de Dios en su vida a través del Espíritu Santo que habita en él. Además, cada día debe reflexionar sobre sus acciones para identificar aquellas áreas en las que ha mejorado y aquellas en las que continua respondiendo de una manera que no es propia del cristiano. Son precisamente estas últimas las que presenta a Dios en oración para que le de la sabiduría y fortaleza para vencer aquellos hábitos que son propios de la vieja criatura y no de la vida en Cristo. Todo lo que se ha dicho en este párrafo se resume en el versículo 13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Si el cristiano se compromete con todo su ser en buscar la dirección de Dios y en permitir que el Espíritu Santo le guíe, se irá transformando rápidamente hasta llegar al estado donde pueda decir “he aprendido a contentarme, con cualquiera que sea mi situación”. Esa es nuestra meta, permitamos que Dios nos dirija hasta alcanzarla mientras estamos en esta tierra.                                                       Junio 20, 2009 de lperezco

Comentarios

Entradas populares de este blog

Dispensación de La Promesa: Cuatro Leyes De La Bendición De Dios.

“EL PECADO DE LA MURMURACIÓN”

...POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS