"Y a Pedro"
El evangelio de Marcos
registra que, después de la resurrección del Señor, un ángel les dijo a algunas
mujeres que les contasen a los discípulos del Señor y a Pedro lo que había
sucedido. ¡Oh! “Y a Pedro”. Esto llena nuestros ojos de lágrimas. Marcos 16:7
¿Por qué El no dijo: “Decid
a los discípulos y a Juan?” (Juan era el discípulo amado del Señor).
¿Por qué no dijo: ”Decid a mis discípulos y a Tomás?” Tomás dudaba de la
resurrección del Señor).
El ángel no mencionó a los
mejores discípulos, o a los más necesitados, sino que específicamente a Pedro.
¿Por qué? ¿Pedro tenía algo tan diferente de los demás?
Pedro había cometido un
gran pecado tres días antes de este acontecimiento, un pecado tan grande que
impidió que El Señor pudiese confesarlo delante de los ángeles de Dios (Lc.
12:9).
Pedro no confesó al Señor
delante de los hombres, ni siquiera delante de una humilde criada. Sin embargo
El Señor quería que fuesen a decirles a sus discípulos y a Pedro acerca de su
resurrección. “Y a Pedro”. ¡Cuán profundo es el significado de estas
palabras!
Si algunos hermanos y
hermanas tuviesen tales experiencias como las de Pedro pensarían: ¡Oh! ¡Yo soy
Pedro! He caído. Lo que hice no es un pecado común. Temo que nunca podré
acercarme al Señor. Sospecho que El Señor ya me abandonó y, de ahora en
adelante, cada vez que Él tenga una tarea importante, nunca más me la encargara
a mí. Nunca más seré capaz de tener experiencias especiales como aquellas que
tuve con el Señor en al monte de la transfiguración. No podré ser el compañero
del Señor en el Getsemaní. Cuando confesé el deseo de morir por el Señor, Él
dijo: “Antes que haya cantado el gallo, me negaras tres veces”.
En aquel instante, pensé
que el Señor había entendido mal. Cuando él fue preso, le corte la oreja a un
hombre con la espada, pensando que podía amar al Señor valientemente. ¡Quién
hubiera pensado que incluso yo podía tropezar!
No tropecé delante de un
sumo sacerdote, ni de alguien con gran autoridad, ni caí delante de Pilatos que
tenía tanto poder. ¡Caí justamente delante de una pregunta hecha por una criada!
Negué al Señor una vez, y otra vez; y finalmente comencé a maldecir y a jurar
negando al Señor”.
“Una vez confesé que Él era
el Cristo y que era El hijo de Dios. Dije: “Tú tienes la vida eterna. ¿A quién
iremos?”
No obstante, justamente
cuando vi al Señor listo para ser crucificado, caí. Cometí el pecado más
grande: lo negué. Aunque haya llorado y me haya arrepentido, no sé cómo se
sintió el Señor conmigo. Aquel día, cuando lo negué, habría sido mejor que Él
no lo supiera.
¡Sin embargo, exactamente cuándo
lo negué, Él se volvió a mí y me miró; eso indica que Él ya lo sabía! ¿Qué haré
ahora? Nunca más me atreveré a ir a Él. Aunque Él me ame, no tendré la osadía
de acercarme a Él, pues hay un pecado que nos separa. Probablemente, nunca más
podré acercarme a Él.
“Pero el Señor resucitó.
Aquellas mujeres me trajeron el mensaje que El, clara y específicamente, había
mandado para mí. ¡Ho! ¡Aun habiendo negado al Señor por tres veces El no
menciono a otro en particular; sino que a mí, y en forma especial, como si yo
fuese el único de quién se acordaba. “¡Y a Pedro”! ¡Y a Pedro!”
¡Esta es, en verdad, la
música más agradable del mundo, y la más maravillosa buena nueva! Si el Señor
les hubiese pedido a las mujeres que solamente les hablasen a los discípulos,
había pensado que alguien como yo no era digno de ser Su discípulo, y habría
dejado de serlo.
No habría tenido la osadía
de ir a verlo. Pero el Señor dijo: “Y a Pedro”. Eso me demostró que aún
Él me quería. A pesar de no tener fuerzas, “y a Pedro” me animó para ir a
verlo. El mensaje traído por las mujeres era verdadero.
El Señor hizo que el ángel
mencionara específicamente mi nombre. Él no me había abandonado. Aún puedo
acercarme a Él. ¡He de levantarme para ir a verlo!”.
¡Oh! Este era un pedro que
había caído, un Pedro que había pecado y un Pedro que había negado al Señor.
Sin embargo, el Señor lo había mencionado específicamente. ¡Este es el
Evangelio! Hermano:
¿Usted sabía que una vez
que es el Señor lo salvó, usted es salvo para siempre? 1 Juan 5:13- San Juan
5:24-; 6:47-; 10:27-29-; Romanos 10:38, 39; Efesios 1:7; etc.…
Aunque usted esté
desanimado, el Señor jamás estará desanimado. A pesar que usted peque y esté
perturbado es volverse a él, a Su lado, no hay ni siquiera una razón para no
volver. ¿Por qué usted insiste en recordar su falla, siendo que el Señor ya no
se importa con ella? El Señor sacará el velo de su rostro hoy, así usted no
tendrá más miedo de Él, ni vacilará en acercarse a Él.
Seguramente Pedro aún se
acordaba que cierta vez le había dicho al Señor: “Aunque todos se escandalicen de
ti, yo nunca me escandalizaré” (Mt. 26:33).
Puede ser que también
recordase que, junto al lago de Genesaret, cuando vio la gloria del Señor,
dijera: “…Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lc. 5:8).
Ahora, sin embargo, conocía su condición y ¿cómo se atrevería ir al Señor? Era
posible que él aún recordara del pedido del señor:
“¿Así que no habéis podido
velar con migo una hora?” Posiblemente permanecía en
sus oídos el mandamiento de Señor: “Velad y orad, para que no entréis en
tentación” (Mt. 26:40_41). De cualquier modo, su condición estaba lejos
de la exigencia del Señor.
¿Cómo podría atreverse ir a
ver al Señor? Sin embargo, él fue a ver al Señor. Por esa palabra “y a
Pedro” él tuvo la osadía de ir a verlo.
Hermano, si usted conociese
la intención de la palabra “y a Pedro”, ¿Podría permanecer
lejos y no volverse al Señor? Si conociese el significado profundo da la
palabra “y a Pedro”, no restaría otra cosa a hacer, sino acercarse al Señor.
¿Qué libro entre los cuatro
evangelios registra este evento de tal forma? Solamente el evangelio de Marcos.
Marcos era un joven que
siguió a Pedro y aprendió mucho de él. Podemos decir que el evangelio de Marcos
fue dictado por pedro y escrito por Marcos.
La frase: “Decid
a los discípulos, y a Pedro”, fue especialmente registrada por Pedro.
Esta palabra puede ser que no haya sido importante para los demás, pero sí, fue
muy importante en el corazón de Pedro.
Cuando el Espíritu Santo
escribió la Biblia, especialmente nos mostró que las pocas palabras que
parecían ser insignificante para Mateo, Lucas y Juan, eran inolvidables e
importantes para Pedro, que narró el evangelio de Marcos.
“Y a Pedro” tenía un significado
especial para él. En todo tiempo el recuerdo de estas palabras era dulce. La
palabra de gracias es especialmente memorable para aquel que recibió la gracia.
Hermanos y hermanas, cuando
recordamos al Señor Al partir el pan, ¿Hay alguien que cuyo corazón aún está
con miedo de Dios? ¿O hay algún pecado que lo separa de Dios? Ya lloramos
amargamente, nos arrepentimos y confesamos aquello que hicimos que no era digno
del Señor.
Ahora ¿osamos decirle al
Señor: “Señor me acerco a ti”? Solo considere: Por amor a usted El voluntariamente
fue a la cruz; ahora ¿El dejará de amarlo sólo porque usted falló, tropezó y
cayó?
Su amor, con aquel que lo amó en la cruz, ¿Disminuyó? Para usted, hoy, es fácil no amarlo, no acercarse a Él, ni volverse a Él; pero, ¿será que para Él es posible no amarlo, olvidarlo y abandonarlo? Pedro estaba cayado porque había tropezado, pero el Señor no se olvidó de él.
Su amor, con aquel que lo amó en la cruz, ¿Disminuyó? Para usted, hoy, es fácil no amarlo, no acercarse a Él, ni volverse a Él; pero, ¿será que para Él es posible no amarlo, olvidarlo y abandonarlo? Pedro estaba cayado porque había tropezado, pero el Señor no se olvidó de él.
Así, si usted no tiene
fuerzas para ir delante de Señor, sólo tenga el deseo de creer en Su Palabra.
El podrá darle fuerzas para ir hasta El. Si usted tropieza, Él puede
levantarlo. Aunque parezca que nunca más podrá acercarse al Señor nuevamente,
si usted pide en la fe, y se recuerda la palabra ”y a Pedro”, usted será
capaz de acercarse a Él. Cuando queremos acercarnos al Señor, aunque haya una
gran distancia y sintamos que no tenemos fuerzas para ir hasta El, debemos
recordar de la palabra “y a Pedro”.
Era de Pedro, quien había
tropezado, que el Señor se recordaba más. A pesar de que Pedro no tuvo la
osadía de ir hasta el Señor, Su corazón lo atrajo para sí, Haciendo que no se
escondiese del Señor, No entendamos mal el corazón del Señor. Usted puede oír
una voz diciendo: “Y a Pedro”.
Sepa que el Señor no lo
abandonó. El Señor no abandonó a Pedro, y el Señor tampoco lo ha abandonado a
usted. “Y a pedro” también significa “Y a usted”.
Usted que falló como Pedro.
Usted que falló como Pedro.
Que todos nosotros veamos qué
tipo de corazón tiene el Señor para con nosotros. ¡Si usted viese el corazón
del Señor, no haría nada sino correr hacia El!
Por Watchman Nee
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