Creciendo en Temporadas de Crisis

Trate
de imaginar el efecto social de 52 años de paz, estabilidad y prosperidad.
Ninguno de los moradores de Judá con una edad menor de los 55 años conocía una
vida sin el rey Uzías. Pero estos felices años de normalidad terminaron. El rey
Uzías pecó, fue castigado con lepra y luego murió. La muerte del rey Uzías
inicia un período de incertidumbre y temor. ¿Qué sucederá ahora? ¿Quién
dirigirá la nación? ¿Nos invadirán los enemigos? Este fue un año nacional de
crisis. Y en este año de crisis, en “el año que murió el rey Uzías”, el Señor
Dios decidió llamar, limpiar y enviar al profeta Isaías.
Nosotros también
enfrentamos temporadas de crisis. Puede ser una crisis familiar, donde nos
corresponde hacerle frente a las consecuencias de una enfermedad, de un
divorcio o la muerte de un ser querido. Puede ser una crisis nacional o global
que nos afecta personalmente, donde nos corresponde vivir las tristes
consecuencias del terrorismo, del desempleo o de la inestabilidad de los
mercados financieros. Podemos experimentar crisis de fe al luchar con nuestras
dudas, al considerar algunas oraciones que Dios no ha contestado o al tener la
desdicha de vivir algún serio conflicto en la iglesia local.
Un
tiempo de relativa calma llegó a su fin y ahora el futuro lucía muy incierto.
La relación de Dios con Isaías nos enseña que Él puede usar esas temporadas de
dificultad y dolor. En las manos de Dios los tiempos de crisis proporcionan una
oportunidad para el crecimiento personal.
1. En tiempos de crisis busque
al Señor.
Cuando la crisis
llega algunas personas se paralizan, ya sea por miedo o porque entran en shock.
Otros, sin embargo, se vuelven hiperactivos buscando una solución rápida,
corriendo de un lado al otro. ¿Qué hace Isaías? El podría haber organizado una
delegación para visitar los países vecinos para firmar acuerdos de paz. Podría
haber entrado en diálogos con los hombres del poder militar. Pudo haber tratado
de crear su propio partido político “religioso”. En este primer versículo no
encontramos a Isaías en el palacio, ni en la Cámara de Comercio. Encontramos a
Isaías en el templo. En tiempos de crisis busque al Señor.
El Señor se
alegra de verlo allí y lo premia con una visión bien importante. No es una
visión de un futuro con mil años de paz. No es una visión sobre la destrucción
de los enemigos de Judá. ¡No! Dios sabía exactamente lo que Isaías necesitaba:
Isaías necesitaba un encuentro con Dios. “Vi
yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el
templo” (6:1). El Señor Dios no había entrado en pánico. La crisis no
lo había tomado por sorpresa. Dios no estaba corriendo de un lado a otro. Dios
estaba calmado. Estaba sentado. Era muy importante que Isaías tomara nota de
esto. Y nosotros también. El Señor estaba sentado en un trono, y esto habla de
Su autoridad. Era un trono alto y sublime. Cuando Isaías cayó en cuenta del
significado de la visión, su espíritu encontró descanso. Para Judá la crisis
fue el comienzo de un futuro muy incierto. Pero para Isaías esta visión de Dios
lo llenó de confianza.
Entendiendo
Isaías que el futuro estaba en las manos de Dios, el pudo luego escribir “Este es el consejo que está acordado sobre
la tierra, y esta, la mano extendida sobre todas las naciones. Porque Jehová de
los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida ¿quién
la hará retroceder?” (Isaías 14:26,27). Si queremos permanecer en calma
en temporadas de crisis, si deseamos mirar al futuro sin temor, también
necesitamos un encuentro con Dios, una visión fresca y real del Dios de las
Sagradas Escrituras.
2. En tiempos de crisis,
examínese.
Cuando Isaías se
fijó en el Señor, observó 2 serafines volando sobre Su trono. Escuchó que uno
le decía al otro: “Santo, Santo,
Santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (6:3).
Para complementar esta experiencia conmovedora “los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que
clamaba, y la casa se llenó de humo” (6:4). Dios tiene muchos atributos
maravillosos. Dios es amor. Dios es fiel.
Dios es
todopoderoso. Pero el único atributo que se repite 3 veces es este: Dios es
Santo. La repetición es una manera de hacer énfasis. Isaías entendió el
mensaje. Dejó de mirar al Señor y se miró a sí mismo. El contraste era obvio y
doloroso. “Ay de mí” dijo Isaías, “que
soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios…” (6:5). La crisis
nos presenta la oportunidad de buscar con pasión la presencia del Señor. Y
cuando la entramos, la presencia del Señor nos hace dolorosamente conscientes
de nuestra propia imperfección.
Antes
de la crisis, decimos con alegría que nuestro futuro está en las manos de Dios.
Pero cuando la
crisis nos golpea, cuando se nos roban los ahorros, cuando perdemos nuestro
trabajo, cuando nuestra salud falla… nuestro futuro no luce tan seguro. Tal vez
es más fácil confiar en el Señor cuando nos sentimos fuertes, seguros y en
control de las cosas. La crisis rompe esta apariencia de seguridad. Para el
Señor era importante que Isaías sintiera su propia pequeñez, para ello le
mostró Su grandeza. Para el Señor era importante que Isaías sintiera su pecado,
para ello le mostró Su santidad.
La
crisis que usted vive también es una invitación a acercase al Señor, para mirar
al Señor y luego para mirarse a sí mismo. Es una invitación a examinarse de
manera sincera. En las manos del Señor, la crisis es una herramienta para
despertarnos del activismo y la rutina religiosa, para mostrarnos errores y
mentiras en nuestra manera de pensar, para ayudarnos a ver y corregir
prioridades que no honran a Dios. En vez de buscar los culpables de su crisis,
examínese en la presencia de Dios. Tal vez haya algo que usted necesita
corregir. Tal vez sus labios también son “inmundos”.
3. En tiempos de crisis,
intente escuchar.
“Y voló hacia
mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del
altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto
tocó tus labios, y es quitada tu culpa y limpio tu pecado” (6:6,7). Esta fue una
acción simbólica. Es muy posible que el altar represente la obra de Cristo, ya
que el perdón y la limpieza están asociados normalmente con la muerte
sacrificial del Señor Jesús. “Así
también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos”
(Hebreos 9:28). Imagínese por un momento el efecto de un carbón
encendido tocando sus labios. Estoy seguro que Isaías nunca olvidó ese doloroso
momento. Las cicatrices y el recuerdo del dolor asegurarían que Isaías nunca
olvidaría su realidad pasada: sus labios inmundos. Nosotros también necesitamos
recordar de donde nos sacó el Señor.
Si se
nos olvida que Dios ha tenido que tratarnos con mucha gracia, nos será difícil
usar de esa gracia en nuestras relaciones con otros. Dios tenía planes para
usar los labios de Isaías, pero primero los quemó.
Isaías
esta ahora limpio y atento en la presencia del Señor. Esta listo para
escucharlo.
“Después oí la
voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” (6:8). Es muy fácil
tener nuestras propias ideas, nuestros propios planes, nuestras propias
opiniones, nuestras propias soluciones. Cuando nuestra mente está ocupada con
nuestras propias ideas, planes, opiniones y soluciones es muy difícil escuchar
la voz del Señor. Su suave voz se pierde en nuestro afán y caos interior. Pero
si queremos beneficiarnos de la crisis, si queremos crecer a través de ella,
debemos poner nuestras iniciativas en las manos del Señor y disponernos a
escuchar su voz.
Isaías
luego aplica este principio a toda la nación: “¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no
de mí; para cobijarse con cubierta y no de mi espíritu, añadiendo pecado a
pecado!… Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto,
será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo;
bienaventurados todos los que confían en él… Entonces tus oídos oirán a tus
espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él” (Isaías
30:1,18-21). El Señor a veces escoge hablar a través del consejo de otros, a veces a
través de Su Palabra, a veces a través de las circunstancias o a través de un
sueño… Es Dios el que escoge como desea comunicarse con nosotros. Nuestra
responsabilidad, como la de Isaías y Samuel, es el de estar atento a Su voz: “Habla, Jehová, porque tu siervo oye” (1
Samuel 3:9).
4. En tiempos de crisis, esté
dispuesto a cambiar.
Cuando Isaías le
contesta al Señor: “Heme aquí, envíame
a mi” (6:8) me pregunto que imaginaba Isaías. ¿Será que pensaba que el
Señor lo enviaría a ungir a un nuevo rey, como lo hizo Samuel con David unos
300 años atrás? ¿Será que Isaías pensó que posiblemente el Señor lo iba a ungir
al él como el nuevo rey? Es posible que Isaías imaginara que el Señor lo
usaría, como usó a Moisés para conducir al pueblo de Dios fuera de la crisis a
una tierra nueva. Tome nota que el Señor no le pregunta a Isaías “¿Qué deseas hacer?”
El Señor le da instrucciones concretas: “Anda,
y di a este pueblo: oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no
comprendáis” (6:9). El Señor sabía muy bien cuál era la tarea
requerida. Podemos tener nuestras opciones, gustos y preferencias, pero cuando
decimos al Señor “soy tuyo, heme aquí,
úsame” debemos estar abiertos a Su respuesta. Antes de la crisis, usted
se sentía más o menos satisfecho con sus amistades, familia, iglesia, estudios,
trabajo, salud y finanzas.
Posiblemente
creía que sólo unos pequeños cambios y ajustes eran necesarios, pero nada muy
serio o radical. Tome nota que una crisis puede ser lo que Dios va a usar para
motivar un cambio serio en su vida. La vida de Isaías cambió. Nunca más fue la
misma.
Es
importante notar que no fue la crisis en si lo que cambió a Isaías. La crisis
nos presenta la oportunidad de hacer un “pare” en el camino, para acercarnos
más al Señor, para escuchar Su voz, para identificar y eliminar aquellas cosas
que impiden nuestro crecimiento. En la crisis, el Señor puede motivarnos a
continuar fielmente con nuestras labores. Si como Arquipo, hemos confundido
prioridades, en la crisis el Señor puede llamados a cumplir el ministerio que
Él nos ha encomendado (Colosenses 4:17).
Pero, con la
crisis, el Señor también puede estar abriendo una ventana para mostrarnos una
nueva dirección, un nuevo ministerio, un nuevo llamado. El Señor le encomendó a
Isaías un ministerio profético bien difícil. Debía hablarle a una nación de
gente terca. Si Isaías hubiera tenido su mirada puesta en el “éxito” y en
resultados visibles, no hubiera durado mucho como profeta. La crisis y las
dificultades en sí mismas no deben determinar cuándo paramos. Cuando fue
comisionado, Isaías preguntó: “¿Hasta
cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin
morador… hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres y multiplicado los
lugares abandonados en medio de la tierra” (6:11,12). Todas nuestras
labores son temporales.
Esto incluye
actividades cristianas tales como: colegios cristianos, hospitales, orfanatos,
organizaciones misioneras, bandas musicales, revistas, inclusive iglesias
locales. Al igual que Isaías deberíamos también preguntar “¿Hasta cuándo, Señor?” Le
corresponde al Señor determinar cuándo algo debe comenzar y cuándo debe
terminar.
Continuar
laborando cuando el Señor dice que es el momento de parar – no es fidelidad. Es
desobediencia. Parar cuando el Señor desea que continuemos, también es
desobediencia. Una crisis puede sugerir que es tiempo de cambiar algo, pero no
embarque en el cambio hasta que sienta que el Señor lo está guiando.
Conclusión
Recientemente,
tal vez su vida ha dado un giro inesperado y difícil. Posiblemente se pregunta
por qué el Señor utiliza una herramienta tan tosca y dolorosa. El Señor usa
esos momentos de dolor interno para animarnos a estar más cerca de Él, para
limpiarnos, para hablar a nuestro corazón. Interprete su crisis como una
oportunidad para crecer. Nuestro Dios aun está sentado en su trono, alto y
sublime. Él permanece en control de todo. Escoja acercarse más al Señor, tome
la decisión de apartarse de actividades o personas que interfieren con su
crecimiento espiritual, conscientemente busque escuchar Su voz – decida crecer
en esta temporada de crisis. En un futuro no muy lejano, usted también, junto
con muchos otros, cantará de la fidelidad del Señor:
“Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el señor está
la fortaleza de los siglos” (Isaías 26:3,4).
Por Philip Nunn
Cristianismo
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