“EL PECADO DE LA MURMURACIÓN”
NÚMEROS 12:1‐16
“Haced todo sin murmuraciones y
contiendas” (Filipenses 2:14)
¿Cuánto poder tienen las palabras? Se dice que
Sir Winston Churchill, el gran estadista británico obtuvo todos sus triunfos
políticos y militares usando sólo dos armas: su voz y su pluma. Él usó
positivamente el poder de las palabras.
Pero, ¿Puede usarse ese mismo poder para mal?
Definitivamente que sí. La
Biblia nos dice que: “Lo mismo pasa con la lengua; es una parte
muy pequeña del cuerpo, pero es capaz de grandes cosas. ¡Qué bosque tan grande
puede quemarse por causa de un pequeño fuego!” (Santiago 3:5). (Versión
Popular Dios Habla Hoy).
Por esto, Dios nos advierte acerca del mal uso
de la lengua, puesto que puede causar muchísimo daño tanto a las personas, como
a la misma Obra del Señor.
En nuestro pasaje vemos que María y Aarón,
hermanos de Moisés, hablaron en contra de él. Dios calificó esa acción como un
pecado y actuó en consecuencia.
Veamos las enseñanzas de este pasaje en
relación al pecado de la murmuración.
1º LA MURMURACIÓN ES UN
PECADO. (12:1).
Nuestro pasaje dice: “María y Aarón hablaron contra
Moisés…”. Es muy probable que hablaran entre sí. El hecho de anteponer
el nombre de María al de
Aarón parece indicar que posiblemente María fue la que habló
mal de su hermano y Aarón sólo asintió.
También puede ser que hablaran mal de Moisés
con los otros líderes de Israel.
Debemos recordar que para ese momento, según Números 11:16,
ya contaban con setenta ancianos como principales entre el pueblo.
La murmuración consistía en una crítica en
contra de Moisés por haber tomado una mujer cusita, es decir, como dice
literalmente el texto Hebreo: “De Etiopía”.
Según el comentario cusita es una variante de madianita y
sin lugar a dudas esa mujer era Séfora.
La murmuración puede ser sobre un hecho falso
entonces recibe el nombre de calumnia. Pero también puede ser sobre un hecho
verdadero, entonces se le llama chisme. No se cuestiona si lo que se comunica
es cierto o no, sino que el hecho de hablarlo, de comentarlo con otros, se
constituye en murmuración y eso es pecado.
Si hay algo que nos parece mal de parte de
alguien, mejor es platicarlo directa y personalmente con esa persona y no
comentarlo por otro lado.
En este caso, si a los hermanos de Moisés les
parecía que él se había equivocado al casarse con una madianita, debieron
comentarlo con él directamente y los más pronto posible.
Y es que la murmuración y el chisme causan
muchos estragos. La Biblia
dice: “El hombre perverso levanta contienda, Y el chismoso aparta a los
mejores amigos”
(Proverbios 16:28).
Nuestro Señor llama a los chismosos corruptos:
“Todos
ellos son muy rebeldes, y andan sembrando calumnias; sean de bronce o de
hierro, todos son unos corruptos” (Jeremías 6:28) (N Versión
Internacional)
Por eso, Dios prohíbe la murmuración dentro de
su pueblo: “Haced todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones”
(Filipenses 2:14) (Biblia de las Américas).
Debemos atenderla voz del Señor.
2º LA MURMURACIÓN TIENE
OTROS MOTIVOS. (12:2a).
Muchas veces los que murmuran quieren
aparentar que están preocupados por la
Obra de Dios, por el adelanto de su reino sobre la tierra,
pero no siempre es así.
En nuestro pasaje, se echa de ver que los
motivos escondidos de María y Aarón al murmurar de Moisés, eran los celos y la
envidia.
Ellos tenían celos de Moisés, tal vez se
preguntaban por qué pareciera que él era el favorito del Señor. También sentían
envidia porque Dios lo había escogido para ser el líder y ellos sentían que
también tenían derecho, además eran mayores de edad que Moisés, y por si fuera
poco, también Dios había hablado al pueblo por medio de ellos.
Dios dice en su palabra que los que murmuran
sólo buscan satisfacer sus propios intereses: “Estos son murmuradores, querellosos,
que andan según sus propios deseos…” (Judas 16). Quizá es un poco más
clara la versión popular Dios Habla Hoy: “De todo se quejan, todo lo critican y solo
buscan satisfacer sus propios deseos…”.
Haremos bien en examinar cuáles son los motivos
que nos impulsan a hablar en contra de los demás.
3º LA MURMURACIÓN ATRAE
ELCASTIGO DE DIOS.(12:2b‐16).
El resto de este capítulo nos habla de la
acción de Jehová ante el pecado de la murmuración de María y Aarón. Podemos
dividir la acción de Dios en tres partes:
(1) Dios oyó. (2) Dios amonestó. (3) Dios castigó.
Primeramente Dios
oyó. Los que murmuran, calumnian o chismean deben saber que antes que
los escuchen los hombres, primero que nadie, Dios ya lo ha oído.
El versículo 3 parece indicar que el murmullo
había llegado también a los oídos de Moisés, pero no había hecho caso del mismo
porque era un hombre sumamente lleno de mansedumbre. Pero Dios si toma cartas
en el asunto.
Dios amonestó.
El Señor llamó de pronto a los tres hermanos: Moisés, Aarón y
María. El texto hebreo dice: Súbitamente.
Nosotros debemos tener cuidado pues no sabemos
cuando nos llamará el Señor.
Se entiende que los tres entraron en el
Tabernáculo, pero de allí, el Señor llamó sólo a Aarón y María a la puerta del
Santuario.
El Señor les explicó que hay diferentes
llamamientos. Ellos habían sido llamados a ser profetas. Dice la Biblia que Aarón era
profeta: “Entonces el Señor dijo a
Moisés: Mira, yo te hago como Dios para Faraón, y tu hermano Aarón será
tu profeta” (Éxodo 7:1) (La
Biblia de las Américas). Asimismo, María también era profetisa:
“Y
María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las
mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas” (Éxodo 15:20).
Pues a ellos, Dios les hablaría de una manera, por medio de
sueños y visiones.
Pero de una manera muy diferente hablaría con Moisés. Cara a
cara, claramente y no por figuras. Además a Moisés le era concedido verla
apariencia de Jehová.
Dios da a entender que si bien ellos tienen un
ministerio, Moisés tiene un ministerio superior. Por eso les pregunta: “…
¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?”
Aún cuando Moisés no era para nada un hombre
perfecto, ellos debieron tener temor de hablar mal de él.
“Mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian
juicio de maldición contra ellas delante del Señor” (2 Pedro 2:10‐11).
Asimismo, el arcángel Miguel no se atrevió a hablar mal del
diablo: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con
él por el cuerpo de
Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino
que dijo: El
Señor te reprenda” (Judas 9).
Creo que debemos seguir el
ejemplo de David que tuvo mucho respeto por la persona de Saúl pues era el
ungido de Jehová: “Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la
orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal
cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él;
porque es el ungido de Jehová” (1Samuel 24:5‐6).
Dios castigo.
Nuestro pasaje dice que Dios se enojó pues su ira se encendió contra ellos. Los
dejó ahí, la nube se apartó del Tabernáculo y enseguida María se volvió
leprosa.
Cuando Aarón la ve así, corre hasta donde está
Moisés y confiesa que pecaron al hablar mal de él, que actuaron locamente.
Entonces Moisés oró al Señor para que
María fuese sanada y Dios le dice que sea puesta fuera del
campamento durante siete días y después volverá a la congregación. Aunque el
pasaje no dice que María fue sanada, se da por sentado ya que de lo contrario
no podía ser admitida de nuevo el campamento.
El pecado de murmuración de María y Aarón, más
que lastimar a Moisés o menospreciar cuestionar su autoridad, estaba
cuestionando la autoridad de Dios, pues fue el mismo Señor quien lo puso en esa
posición.
¡Ojala cada uno de nosotros decida cerrar sus
labios antes de hablar mal de otros!
¡Así sea! ¡Amén!
PR EMILIO BANDT FAVELA
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